(Entrevista publicada en la Calle del Medio No.88 Oct-2015)
El Centro de Desarrollo de las Artes Visuales otorgó este año la beca de creación Estudio 21 al artista Yonlay Cabrera Quindemil y su proyecto Voight-kampff. Confieso que conversar con el joven fue muy fácil, en tanto es uno de esos entrevistados con respuestas concretas que en lugar de hacerte repetir las preguntas una y otra vez de diferentes formas, solo te queda decir “estoy complacida” y agradecerle.
El Centro de Desarrollo de las Artes Visuales otorgó este año la beca de creación Estudio 21 al artista Yonlay Cabrera Quindemil y su proyecto Voight-kampff. Confieso que conversar con el joven fue muy fácil, en tanto es uno de esos entrevistados con respuestas concretas que en lugar de hacerte repetir las preguntas una y otra vez de diferentes formas, solo te queda decir “estoy complacida” y agradecerle.
Conozco la obra de Quindemil desde que
él era estudiante de la Academia de Artes Plásticas Eduardo Abela (Amparucha)
de San Antonio de los Baños; algunas de sus propuestas eran bastante osadas
para tan temprana fecha. Lo he visto madurar en la concepción estética y
simbólica de sus piezas y he sido testigo de la metamorfosis estilística en la
búsqueda de un sello personal y de una mejor forma de comunicar sus ideas. En
el estadio actual de su creación la tecnología figura como un elemento clave.
El
cambio no tuvo que ver con un problema técnico sino de interés. Quizás en algún
momento haga pintura de nuevo, mientras se corresponda con mi investigación. Trabajo
con tecnología porque es inevitable, es parte de la vida, está ahí todo el
tiempo. Quizás si la pintura u otro tipo de formas fueran parte incondicionada de
ese diarismo, ocuparían un espacio privilegiado en mi proceso creativo.
Casi todas las ideas parten de la
experiencia personal
La
relación que establezco con el mundo que nos rodea tiene su génesis en mi
experiencia sensible práctica inmediata. No busco informaciones que no sean
constatables a través de lo que me sucede, lo que veo, lo que siento. En lugar
de trasmitirle esa información al espectador, tal cual la recepciono, pretendo canalizarla, transformarla y devolverla de
nuevo al espacio público como un producto cultural que me exceda a mí como
individuo y que tenga carácter universal.
Voight-kampff
Voight-kampff es un
proyecto bastante complejo y transdisciplinar. El equipo de trabajo que dirijo
incluye un psicólogo, un sociólogo, una oftalmóloga y un programador.
Parto
del Voight-kampff de la película Blade
Runner, que a la vez se utiliza en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, del escritor
norteamericano de ciencia ficción Philip K. Dick. En ambos casos el propósito
de esta técnica psicoanalista es fijar si un individuo es un robot o no. En mi versión
quiero determinar qué tan automatizados o robotizados están algunos sectores de
la sociedad, qué tan acríticos son, cómo desempeñan su rol social sin cuestionamientos.
Aunque Voight-kampff es una invención cultural sin aval científico sí creo que
funciona y busco probarlo con mi proyecto.
En principio
Todos
los contextos nacionales tienen sus diferencias, aun así, considero que Voight-kampff presenta un fenómeno global.
En esta ocasión quiero limitarme al espacio cubano, que es el que conozco mejor
y donde concibo la idea. Al menos desde mi punto de vista, en nuestro país, los
juegos de roles se cuestionan muy poco y el “deber ser” se produce demasiado
lineal. Empíricamente, veo que sí hay mucha automatización en “el hacer”, lo
cual atenta contra la creatividad de las personas.
Juez y parte
Yonlay incluye en su currículum de
artista conceptual la licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La
Habana, por lo que su experiencia supera el complejo proceso creativo e
incursiona en el fragoso mundo de la crítica. No perdería entonces la
oportunidad de dialogar con él sobre el panorama actual del arte joven cubano.
A mi
juicio, ahora coexisten tres grandes problemáticas en el arte cubano joven. La primera, que los artistas jóvenes están
desesperados por entrar en los circuitos aunque su obra todavía no esté a ese
nivel o la trayectoria sea insuficiente para enfrentarse a estos lugares; se
necesita, además de mucho empuje y
deseo, meditar un poco las cosas, asimilar bien el conocimiento antes de querer
salir al aire.
El
segundo gran problema radica en que hay mucha futilidad en parte del arte que
se está haciendo en tanto responde a ciertos intereses como el mercado. Esta
voluntad hace que la producción no siempre responda a los intereses como
artistas de los creadores, sino a lo que se espera que ello hagan, y mientras
más lucrativo mejor.
Otra
contrariedad latente es el centralismo del arte. Existe un grupo de artistas “que
son los que son” y los demás pasan mucho trabajo para colarse en los circuitos
galerísticos, lo cual representa un serio problema a nivel de visibilidad.
Quizás este fenómeno no tenga tanto que ver con los artistas jóvenes como quiénes
hacen funcionar el arte, dígase curadores, historiadores y críticos, que casi
siempre se avocan a los mismos nombres.
El historiador…juez
Lo
primero que haría sería incentivar los intereses propios del artista, labor de
los curadores. Lo segundo, saldría un poco de La Habana y buscaría talento en
otros lugares. Movería los grandes proyectos por todo el país. En las
provincias hay artistas dispuestos a ser encontrados y darles esa posibilidad
descentralizaría el núcleo interno de la capital.
Una
experiencia útil sería fomentar un poco más los intercambios entre artistas,
que hasta ahora son demasiados individualistas, encerrados en su gremio e
incluso en sus casas. En los nuevos medios pasa lo mismo, lo cual es un poco
raro porque este tipo de arte necesita colaboración.
El
renacimiento en los años ´80, la gran década del arte cubano, no fue otra cosa que
un gran intercambio entre artistas y la construcción de un conocimiento
colectivo. Mañach lo dijo en su momento: para que un grupo social cualquiera
funcione, tiene que haber un interés común; entonces, para que el arte cubano
funcione, tiene que haber un interés de todos, un sentido de arte cubano entre
todos, no de diferentes artistas que viven en Cuba.
El artífice… parte
En
la XII Bienal de La Habana participé en varios proyectos colectivos y uno personal
dentro de las colaterales. Mi principal interés, en estos momentos, es hacer
valer este tipo de obras conceptuales, hacerlas funcionales e incluirlas en
todas las exposiciones que pueda. Será un proceso complejo, debido al
condicionamiento tecnológico que requieren, pero estoy dispuesto a asumir el
reto.
Sinestesia a propósito de la XII Bienal
de La Habana
Sinestesia es
una instalación que, desde la inauguración de las colaterales y durante toda la
bienal, se mostró en una de las salas de la Galería Luz y Oficios en La Habana
Vieja. Siempre quise trabajar con la relación sensible del que viene de afuera,
como el outsider que llega y comienza a reconocer el espacio. Cuando llegué de
San Nicolás de Baris (Mayabeque) a La Habana me di cuenta que la capital es una
ciudad con mucho color y, en ocasiones, la dinámica cotidiana impide que nos
percatemos de ello.
La
obra se compone de un registro sonoro de lugares de La Habana que han influido
en mi desarrollo, que son proyectados en el espacio en forma de variaciones
cromáticas. Incluye una pequeña pantalla con una leyenda del lugar donde se
hizo (fecha y hora) y unos audífonos para que se pueda escuchar el sonido; sin
embargo, la idea es verlo, sentir por un sentido una información que
generalmente llega por otro, una información que está perdida en el diarismo y que
yo quiero recuperar.
En el mes de septiembre varios recintos
expositivos de La Habana, rejuvenecen su catálogo con la celebración de
Post-it, principal expoventa de arte contemporáneo cubano, que busca
promocionar a creadores menores de 35 años. Una de estas sedes, la Galería
Artis 718, ofrece una pieza de Yonlay.
El
proyecto que presento en Post-it se
titula DEATH-SUDOKU, y consiste en
una versión del juego sudoku en la cual se accede, mediante la funcionalidad
del juego, a datos recogidos en el registro de defunciones de cierto hospital
habanero en el año 2012. Es una obra compleja de vender en los términos
convencionales, pero en todo el mundo este tipo de trabajo ha ido ganando
espacio en ferias, galerías, etc. Post-it
es al menos una opción, una oportunidad de hacer el intento y poner la obra a
consideración de los coleccionistas (personas e instituciones).
Como
muchos otros artistas jóvenes cubanos, estoy muy interesado en participar en
los circuitos de mercado y creo que en este momento estoy listo para ser
descubierto. No puedo decirte ahora mismo cuándo sucederá eso, y si Post-it será lo que me dé el impulso,
solo te puedo asegurar que voy a seguir haciendo lo que necesito
espiritualmente y lo que considero más acertado en términos artísticos.